RABBI ITSHAC BENGUALID (z"tl)

 

 

 


 

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El Faro de Occidente
Es el título unánimemente otorgado  por los rabinos de Marruecos al más ilustre de los suyos durante la segunda mitad del siglo XIX: Rabbí Itshak Bengualíd (1777-1870), Gran Rabino y Presidente del Tribunal Rabínico de Tetuán durante casi medio siglo. Se distinguió desde su juventud por su   piedad, inteligencia y erudición. Pese al prematuro fallecimiento de su padre, se dedicó por completo al estudio, gracias a los ingresos de la sinagoga paterna.
Extremadamente humilde, rehuía, tal y como lo recomienda el Pirke Avot, los honores. Tras  fallecer el Presidente del Tribunal Rabínico de su ciudad, en  1830, Rabbí Itshak Bengualíd se refugió en Gibraltar para evitar que le propusieran para el cargo. Ante la insistencia del  pueblo y sus notables, aceptó el cargo imponiendo como condición no juzgar en solitario. Por ello, formó un tribunal compuesto por tres dayanim.
Pese a carecer de medios económicos, consiguió hacerse con  una excelente biblioteca, que utilizó para preparar sus libros y estructurar sus sermones en haketia. Se negó a publicar sus libros para no recurrir a mecenas. En 1855, su primogénito, Shemtob, publicó en Livorno el primer tomo de su monumental compilación de responsas, bajo el título que, de acuerdo con la tradición marroquí, incluye el nombre del autor, Vayomer Itshak.  Muy difundido, el libro lo consagró como el gran  juez de su generación en todo el Magreb. Sus opiniones  eran requeridas no sólo por todos los rabinos de las principales ciudades marroquíes, sino también por rabinos de Argel, Londres, Lisboa, Gibraltar y Eretz Israel. Rabbí Itshak Bengualíd mantuvo conversaciones epistolares con las máximas autoridades rabínicas de la época. Dicha correspondencia se incluye en el segundo tomo de su libro, publicado asimismo en Livorno por Eliahou Benamozeg en 1876. Pese al elevado costo, estos dos tomos, publicados en pequeñas tiradas, solían encontrarse  en todas las bibliotecas de rabinos y eruditos marroquíes. Setenta y cinco años más tarde,  Rav Rafaël Encaoua, afirmaba que estos escritos se habían convertido en la guía de la Halajá y la jurisprudencia para  el conjunto del territorio marroquí. 
Líder indiscutido de su comunidad, no fue un simple guía espiritual. Se ocupó con igual ahínco a  resolver muchas de las necesidades prácticas de sus correligionarios.  En el plano material, realizó una impresionante  obra de generosidad. Ante la gran miseria de la mayoría de sus feligreses, decidió instaurar un impuesto sobre la carne, la gabela.  Conocedor  de las reticencias y quejas que este impuesto había generado en otras comunidades, y  para evitar cualquier conflicto, reunió a los notables de la ciudad exigiendo  un sueldo decente para él y su familia, que se obtendría vía el mencionado impuesto sobre la carne. Incapaces de rechazar cualquier petición de su líder, se aceptó dicha  tasa por unanimidad.  Agradeció el gesto, añadiendo que ahora que ese ingreso le pertenecía, lo donaba a los pobres de su ciudad.
Abierto al  mundo exterior, apoyó la creación de la primera escuela de la Alliance Israélite Universelle  en Tetuán  en 1862, y para dar ejemplo, inscribió a sus nietos.
Su comunidad le rendía una admiración sin límites. En 1862, se instala junto con algunos miembros de su familia y oriundos de Tetuán en Haifa. Sin embargo a los pocos meses decide regresar a Tetuán. Lejos de criticarle por ello, se extendió el rumor de que lo hacía siguiendo una instrucción divina.
Tras su muerte en Tetuán, su tumba se convirtió en lugar predilecto de peregrinaje. El  Estudio, en la parte alta de su sinagoga, es asimismo lugar de veneración. Su bastón se conservó como reliquia, que, posada sobre el vientre de las mujeres, facilitaba el parto.
Su importante  biblioteca se encuentra desde 1974 en la Yeshivá que lleva su nombre  en  Jerusalén, dirigida por Rav Shlomo Dayan, también oriundo de Tetuán. 

(Extracto del libro, Une certaine histoire des Juifs du Maroc de Robert Assaraf)

 

 

Rabbi Isaac BENGUALID.

Conocido como "la luz de Occidente", el Gaón Rabí Yis´hak Bengualid
(Zejer saddic li-brajál) nació en 5538. Era hijo de Rabbí Shem Tov Bengualid (Zejer saddic li-brajá), un gran  talmud ´hajam y una de las principales figuras de la Torá en la ciudad de Tetuán, un lugar rico en talmidé jajamim.

Rabbí Itzjak Benoualid pertenecía a una familia noble, descendiente de rabinos y grandes figuras de la Torá que habían sido expulsados de España.

Rabbí Yis´hac no tuvo la oportunidad de estudiar Torá con su padre ni de recibir de él sus enseñanzas por mucho tiempo pues siendo él aún muy jóven, su padre murió repentinamente. La responsabilidad de la familia recayó sobre su madre, una verdadera saddéket. Era conocida por su piedad y sus buenas obras. Se entregó a  su familia, trabajando arduamente.
Pero su situación llegó a ser desesperada y se vio obligada a vender los volúmenes del Talmud de su marido con el fin de alimentar a sus hijos huérfanos y hambrientos. Viendo la angustia de su madre, Rabbí Yis´hac se puso a ahorrar céntimo a céntimo, hasta que logró volver a adquirir la colección completa de Talmud de su padre, que para él, representaba la parte más importante de su patrimonio espiritual.

Tras el fallecimiento del Dayyán y  Ab bet-din de Tetuán,  Rabbí Moshe Halevy, Zejer saddic li-brajá, los estudiosos de la Torá de esa época, decidieron nombrar como su sucesor a Rabbí Yis´hac Bengualid.  Era la elección más lógica porque éste poseía todas las cualidades requeridas para tan alto cargo: Conocimiento profundo de la Ley, sabiduría y maestría en todos los campos de la  Torá, y un temor reverencial a HaShem que se podía leer en su rostro.

Los líderes de la comunidad le presentaron su solicitud, rogándole aceptase el liderazgo espiritual de la comunidad judía y le enseñase los caminos de la Torá y del temor de D., para servirles de guía.

El documento del nombramiento de Rabbí Yis´hac
contenía alrededor de 60 firmas de las grandes figuras de la Torá de su generación junto a las de los líderes de la comunidad de Tetuán.

Al convertirse en Ab bet-din, su Bet-Midrash se transformó en un faro de luz. Desde todos los rincones de la tierra llegaban, dirigidas a él, preguntas sobre temas de Halajá concernientes tanto a las relaciones con HaShem como con el prójimo. Su influencia no tardó en extenderse por todo el Magreb y Oriente Medio. A todo aquel que le dirigía una pregunta, le respondía siempre en tono afable y amistoso, y de manera clara.

Su carácter amable y su plena dedicación a la comunidad y a las personas, le granjearon, casi de forma mágica, la admiración y el cariño de todos los habitantes del Maghreb.

Sentía especial preocupación por quienes pasaban hambre. Su casa estuvo siempre abierta a los necesitados. Con amabilidad y generosidad Rabbí Yis´hac proveía lo necesario a quienes lo solicitaban, particularmente en vísperas de Shabbat y fiestas.
Cuentan que durante un período de grandes dificultades económicas
para la ciudad, convocó una reunión de emergencia con los líderes de la comunidad. Una reunidos, se quejó ante ellos del salario miserable, que recibía, tan exiguo, que no bastaba para cubrir sus mínimas necesidades. Por consiguiente, propuso, debía gravarse con un impuesto la venta de carne y destinarlo a cubrir las necesidades de su familia. Las figuras más destacadas en la comunidad aceptaron inmediatamente su propuesta. Entonces el Rab explicó que la familia suya a la que se refería y que carecía de lo mínimo necesario, eran los pobres de la ciudad que estaban pasando hambre.

En 5622, Rabbí Yis´hac decidió subir a Eres Yisrael,
estableciéndose en Haifa. Viajaba con frecuencia a las tumbas de los Sadikim y allí oraba y suplicaba fervorosamente. Después de cierto tiempo regresó a Tetuán por razones que se desconocen. Los ancianos de su generación explicaban que Rabbí Yis´hac, había sido recibido
del Cielo, la orden de regresar para conducir  y defender su
rebaño.

Hacia el final de su vida terrenal, Rabbí Yis´hac se vió aquejado por dolorosas enfermedades que le causaron grandes sufrimientos obligándole a permanecer confinado en la cama. Sin embargo, y a pesar de su tremendos dolores, nunca dejó de estudiar la Torá. Sus labios no cesaron de susurrar palabras de Torá, purificando y santificando su alma hasta que la devolvió al contemplar la Presencia divina.

Era el atardecer del viernes 8 de Adar Sheni 5630. Había cumplido 93 años. La noticia de la muerte del Saddic causó gran consternación entre todos los habitantes de la ciudad,  inconsolables por la desaparición de su Rab, su maestro y venerado líder.

La tumba de Rabbí de Rabbí Yis´hac Bengualid, al igual que la pequeña habitación en el ático de su casa que le servía como lugar de oración y estudio, parecían rodeados por un aura de santidad para los habitantes del Magreb y del Oriente Medio. Incluso los no judios alababan su grandeza y reconocida santidad.

El Gaón Rabbí Yosef  Benaim, zejer saddic li-brajá, que viajó a Tetuán para conocer a sus Dayyanim y maestros de la Torá, escribe en su libro titulado “Noheg be-´hojmá”:
"La sinagoga donde el Rab oraba está abajo. Subiendo unas escaleras, se accede a la casa donde vivió el Saddic. El patio pertenece a sus descendientes hasta nuestros días, aunque nadie vive actualmente en esta casa. La casa está llena de bancos, y en un rincón, hay un espacio  elevado por encima del suelo, que el Rab tenía reservado para estudiar. Todavía podemos ver la mesita en la que colocaba los libros en los que estudiaba. Su bastón está también allí, así como sus libros de oraciones y su cinturón. Se dice que cuando una mujer experimenta dificultades en el parto, le colocan sobre el vientre el bastón y el cinturón del Saddic, para que pueda dar a luz con facilidad.
El autor termina así su relato:
"Mientras estaba yo de pie ante la tumba del Saddic, me entró gran temblor y sentí que se me estremecía todo el cuerpo, como si su reverencia por la Torá y su rectitud estuvieran planeando sobre la sepultura."

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